Inténtalo, mírale a los ojos. Un, dos, suspiro, tres. Tus párpados pudieron contigo. Pestañas enredadas que no dejan penetrar tu mirada en él. Manos que dejan mucho que desear cuando se acercan. Pequeños pasos que no avanzan para acortar caminos. Pregúntate, absurda niña tonta qué te ocurre. Con lo dura que fuiste siempre. Con lo segura y madura. Consciente y realista, poderosa ante ellos. Pregúntate qué te pasa.
La jamás vencida en una batalla contra sus esclavos. La siempre maestra de sus semejantes. La que embaucaba con su sonrisa, que ahora le da miedo mostrar y desconocía palabras absurdas de enloquecidos a causa del corazón.
Aquí, ahora viene la experta en pequeños gestos que cuestan trabajo, por muy amenos y comunes que sean, la inexperta en tu tema, pero la experta en otros quizás más importantes. La experta te analiza sutilmente, pero solo le basta pronunciarte un nombre para diagnosticar tu enfermedad. Lo siento bonita.. padeces de amor.