Pero era absurdo, nadie se bajaría del tren a menos que lo echasen. O por lo menos hasta que lo echase ella.
Y quizás fue el tiempo, las paradas, la monotonía, o el no permitir un viaje circular en su vida. Pero el trayecto cambió. Cambió con las personas que lo manejaban, y ahora ella cogió los mandos, giró bruscamente y algunos cayeron de imprevisto, sin darse cuenta.
Lástima, durante un tiempo, hasta que la costumbre, como siempre hizo cambió las sensaciones, de rareza y lástima por normalidad y sonrisa.
Cambio brusco, que trae miedo, claro que lo trae, pero son cambios, ese es su segundo nombre ¿no lo sabes ya?.
Así que tranquila, adáptate, mas que adaptarte asimila, lo primero lo conseguiste, sabes quien hay y quien no. Estas conforme... pero atrévete a pronunciar lo conforme que estás, no vaya a ser que llegue la próxima parada y pase lo de siempre. Que por miedo a perderte la parada que te corresponde, te quedes sin disfrutar de las paradas que quedan.
Y lo mismo en las que quedan está esa misma que te corresponde
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