Como quien no quiere la cosa se acerca lentamente, con sus aires de superioridad, con su mirada penetrante, con su sonrisa embaucadora, con su cigarro entre labios, dándoles caladas profundas para mostrarte su tranquilidad.
Como quien no quiere la cosa le miras de reojo, y analizas uno a uno sus defectos y virtudes, sus manías y sus gestos, rápidamente,en una milésima de segundo.
Reflexionas, y ha pasado esa milésima que te concediste para mirarle. Te concedes otra, y otra, y otra más. Entonces el se da cuenta de que ya no es como quien no quiere la cosa. Y es que esa cosa se muere por mirarle Y dejas de fingir, y deja de fingir.
Como quien no quiere la cosa la mirada de reojo se convierte en un cruce de miradas y ahí es donde descubres mucho más que cuando mirabas de reojo. Que ya no es como quien no quiere la cosa. Que ya ambos no es que quieran, que ya ambos lo desean.
Pero te concediste demasiadas milésimas, no dejas concederte ni una sola más y cada uno vuelve a su papel en el que todo sigue como quien no quiere la cosa, cuando la cosa quiere y ambos lo saben pero hay mucho en juego y ese mucho se llama orgullo.
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