viernes, 12 de noviembre de 2010

Lo prometido es deuda.

Algo común. Dicen que lo bueno de los monólogos es eso... que hablan de cosas que les pasa a todos. Pues bien, yo quiero hablar de algo que les pasa a todos, no con el objetivo de ser comercial, ni de hacer reír, ni de popularizarme. Es un objetivo simple y conciso, dejar que la gente no cometa el mismo error una y otra vez.
Este error se llama rutina.
Pasan los años y sigue siendo un problema común. La rutina. Existen distintas, pero yo me quiero referir a la rutina de la vida en pareja. Esa que poco a poco hace que la magia se vaya perdiendo, que "no sea lo de antes", que no tengamos esas ganas de la persona que tengamos en frente, que no veamos con los mismos ojos a ese hombre o a esa mujer que tenemos frente por frente como el mismo día. Que impide que se nos escape un piropo diario, una caricia, o que impide simplemente valorar una relación. Esa rutina ha de romperse.
La rutina solo se puede romper de forma drástica lamentablemente.Innovando cada día o rompiendo con la relación.Y yo me quiero dedicar a esta segunda opción.
Hay veces que esta opción es la que más trabajo cuesta pero que normalmente es la más realista y conforme a la situación. Pasa el tiempo, y el amor se acaba hemos de ser consciente de ello. Pero esta dichosa y maldita rutina no nos deja ver más allá de ello. Creemos estar acostumbrados a una persona, tener acostumbrada nuestra vida y no poder pasar de ese punto. Y resulta que es eso, solo un punto de un largo párrafo de nuestra vida y solo debemos dejar que ese punto sea un verdadero punto y aparte y no un punto y coma como pasa muchas veces. Porque cuesta acabar un párrafo, pero es mejor acabar un párrafo de nuestra vida que alargarlo hasta tal extremo que sea ilegible.

No hay comentarios:

Publicar un comentario